sábado, 20 de mayo de 2017

Unión Dena temporada 2016-17. Ascenso a Primera Autonómica
El Unión Dena acaba de de conseguir el ascenso que le devuelve a la Primera Autonómica. Lo hace tan sólo un año después de haber bajado y en una efeméride histórica, la del 70 aniversario del club. El equipo que dirige Isidro Barbeito certificó el logro en la penúltima jornada, tras empatar con el Zacande, rival directo por la plaza, en un abarrotado campo de As Cachizas que, con más de un millar de espectadores, registró, de largo, su mejor entrada de la temporada.

UNIÓN DENA: QUE 70 AÑOS NO ES NADA...! 

1947, la señorita Esther hace el saque de honor en la inaguración
del campo de Torres en Coirón
Corría el año 1947 cuando en plena posguerra, y con el país sumido en las carestías de los llamados “tempos da fame”, se fundaba el Unión Dena.  Su primer presidente -ya fallecido- fue Luciano Fariña “O Latoneiro”, que estaba acompañado en aquella primera directiva por vecinos de la localidad como Manuel Camiña -autor del himno del equipo y que luego acabó emigrando a Argentina- o Manuel Martínez.
1947, inauguración del campo de Torres con el párroco Peregrino Reboiras
El primer campo de fútbol que sirvió para que los jóvenes dieran sus primeras patadas al balón con la camiseta del Dena fue el conocido como “O Piñeiro de Torres” en Coirón, ubicado en una finca particular. A aquel partido de inauguración, del que todavía se conservan fotografías en algunos domicilios, acudió el sacerdote de la parroquia, Don Peregrino, quien bendijo en los prolegómenos el que era primer campo de fútbol del Dena. El encuentro, enfrentara a los locales, capitaneados por Tito “de Concha” -el jugador más importante de los primeros años del club-, contra un equipo pontevedrés.
El Dena mantuvo su actividad hasta la temporada 1956-57, en que desapareció temporalmente. La recuperó en 1966, año que marcó el comienzo de una fase transición, condicionada por el éxodo, por cuanto el equipo juega hasta 1969 en el campo del Vilalonga. Por aquel entonces integran la plantilla jugadores como Sito, Guillermo, Servando, Manolo “O Laberco”, Luis “O Caldereiro”, Antonio “O Panadeiro”, Mario, Sayar, Pepe “de Cándido”, Pepe “O Poceiro”, o Chico “O Cacharulo”, y lo dirigía desde el banquillo el cambadés Millán.

1967, el Unión Dena en sus años de exilio en Vilalonga
El Dena jugó en Vilalonga durante tres temporadas hasta que en 1970 se construyó el campo de fútbol de As Cachizas, con Manuel Martínez de presidente. El club se hiciera con los terrenos merced a las aportaciones de sus socios, algunos de los cuales llegaron a aportar hasta 10.000 pesetas, cifra nada nada desdeñable en esos años. El primer partido que acogió As Cachizas fue un choque de juveniles que enfrentó al Unión Dena y al Ribadumia, y en el que los visitantes se impusieron por un contundente 1-4. Se iniciaba así la etapa de la consolidación.

Formación del Dena a finales de los años 60
Disponiendo de campo propio -es de los pocos de la comarca que son propiedad exclusiva de un club deportivo-, el Dena mantiene ya desde entonces la continuidad con varios equipos en competición federada y conoce algunos de sus mejores años. Los mayores éxitos le llegaron a finales de los 80 e inicios de los 90. Así, al final de la temporada 1988-89, con Toñín como entrenador y Sebastián Pita en la presidencia, el Dena asciende por primera vez en su historia a la Primera Regional. Otro de los momentos que quedaron para la recuerdo fue el acaecido el 17 de julio de 1988, cuando se proclama campeón de la Copa Federación al imponerse al San Miguel por 2-0 en la final disputada en el campo San Pedro de Vilalonga.
Ya en la historia reciente el Unión Dena consigue el ascenso la Primera Autonómica al final de la campaña 1999-2000, con Enrique Jiménez como técnico y García Moldes en la presidencia, y con un plantel que entonces integraban jugadores como Martín Otero, Gerardo, Capilla, Casimiro, Pichi, Carlos Rey, Darío o Domi entre otros. Pasó efímero, por cuanto al final de la campaña regresa a segunda.

1976, Equipo del Unión Dena (con Telmo Martín de portero)
No fue hasta la temporada 2013-14 que retorna de nuevo a la Primera Autonómica, ascenso que logra con el grovense Alfredo Ochoa en el banco y el ya actual presidente José Castro al frente de la entidad. No obstante, los malos resultados provocan la dimisión de Ochoa a las pocas jornadas y su relevo es asumido por Fernando Otero. El Unión Dena se mantiene en la categoría tres temporadas, bajando al final de la 2015-16, durante la que los malos resultados provocan el relevo en el banco, con un Isidro Barbeito que toma el relevo de Fernando Otero pero que no puede evitar el descalabro. No obstante, la confianza en el técnico es plena y bajo su dirección el equipo retorna ahora a Primera Autonómica en su 70 aniversario. El otro gran logro de la última década viene dado por la apuesta de lleno por la cantera, hasta el punto de que el club cuenta desde hace unos años con equipos en todas las categorías.


Equipo del Dena en 1984
El paso que se impone ahora es la designación del nuevo presidente por cuanto José Castro Cousido, que se había avenido a prorrogar su mandato al final de la pasada temporada ante el vacío de poder generado porque nadie quería asumir las riendas del club, se muestra, ahora sí, decidido a hacerse a un lado. El club deberá dar pues con la nueva cabeza visible que comande la nave en su nuevo periplo en Primera Autonómica.


      GALERÍA DE FOTOS      


1947, en el campo de Torres en Coirón


Otra imagen del partido inagural en el campo de Torres


Otra formación del Dena a finales de los años 60


Equipo del Dena en 1968


Plantilla del Dena en 1988 en un torneo de verano



sábado, 13 de mayo de 2017

hemoroteca 

Ver para crer. En 1997 dabamos cunha historia tan real como emotiva: a dun veciño da comarca saliniese que coas súas propias mans construía un avión na súa casa de Ribadumia. Publicabámola en FARO DE VIGO o 9 de febreiro de 1997. E damos fe que, uns anos despois, surcaba o ceo con ese aeroplano. Vinte anos desta historia é unha boa efemérime para rescatala a traela hoxe ao noso particular Ventanuco.
Fotos: José Luiz Oubiña

UN VECINO DE RIBADUMIA CONSTRUYE UN AVIÓN EN SU CASA


José Carlos Martínez trabajando en su avión

“Voar é unha sensación agradable, que me produce pracer, porque chega un momento en que o avión convértese nunha extensión do meu propio corpo no aire, un aire que é como a estrada, non hai dous días que estea igual”.  Para José Carlos Martínez Barreiro volar ha sido desde chaval su verdadera pasión.
Este joven nació hace 31 años en el concello arousano de Ribadumia, donde sigue residiendo actualmente en casa de sus padres, Desde las navidades del 94 José Carlos trabaja en lo que  es su gran proyecto: construir con sus propias manos un avión con el que poder volar, algo que semeja tener visos de fantasía y que parece trasladarnos hasta los mismos límites de la realidad.
José Carlos es una persona discreta que procura eludir los protagonismos.  Lo pudimos descubrir en su propia casa, una vivienda que, según reza en la piedra de su fachada, “hízola Blas de Pazos año de 1714”. Nos recibe con cierta tiimidez, pero empieza a soltarse cuando nos introduce en su taller y empezamos a departir sobre lo que es su particular mundo,  el de la aviación. La pasión por volar le surge a nuestro protagonista con apenas 18 años, siendo un estudiante de COU en el instituto de Cambados. “Foi daquela cando caíu nas miñas mans un libro desos de iniciación ó aeromodelismo -recuerda- ; empecei a curiosear nel y rematei construindo as miñas primeiras maquetas, como tanta xente”.

Quería ser piloto
José Carlos Martínez muestra una maqueta de su Jodel D-92
Pronto le asaltó la idea de convertirse en piloto, y ese mismo año, al finalizar los estudios de C.O.U. se presentó a los exámenes de la Academia General del Aire. Aunque superó con holgura las prubas teóricas y los reconocimientos médicos, no pudo hacer lo mismo con las pruebas físicas donde la natación le cerró el acceso. “Aquel día atopeime mal na auga -señala-. Tiñamos que percorrer 50 metros en 1,01 e eu fíxeno en 1,12. Saín fatal da piscina, e coido que ata vomitei algo”. Admite que ello le supuso un golpe en sus aspiraciones “pero o xusto, o que se pode levar nunha oposición onde para 45 prazas se presentan 3.000 tíos”.
Mas su propósito no quedó ahí. No pudiendo acceder a la Academia del Aire optó por aprender a volar en ultraligeros y con 20 años hace sus primeros pinitos en el desaparecido aeródromo de A Lanzada, logrando conseguir su carnet para esta modalidad. Fue precisamente en esos años cuando comenzó a soñar con la posibilidad de construir este avión.
“A idea de face-lo meu propio avión na casa é algo que non xurde de repente, senón que aparece pouco a pouco, cando ves a alguén cun aparato que voa alá arriba e logo ao baixar resulta que che conta que o fixo el mesmo” “Tamén coñecía desos casos en revistas e libros especializados. Lembro que cando lía que fulanito de tal fixera un avión el mesmo, que lle levara cinco anos, 4.000 horas de traballo e non sei que máis, eu quedaba alucinado. E logo vías que non era un profesional senon que era un simple aficionado. Eu non mo acababa de crer”.
Por aquella época José Carlos mantiene contacto con una asociación de reciente creación en España que agrupaba a constructores  aficionados de aviones. A través de ella consigue la dirección de una empresa en Francia para adquirir unos planos.  Al poco tiempo le llegaran por correo tras abonar 350 francos por su compra -unas 7.000 pesetas por esos años-. Los planos solicitados pertenecían a un modelo Jodel D-92, un avión diseñado en 1948, muy reconocido en Francia y en el resto de Europa y sobre el que José Carlos tenía ya poseía suficiente información. Era el año 87.
Admite que no los comprara con la intención de construir el aparato, “eu mercáraos para acabarme de crer o que era aquelo, se se podía ou non facer na casa como tiña lido. Ademais daquela non tiña posibilidades reais para construilo. Non se  me pasaba nin pola testa”.  Pero con el tiempo comienza a estudiarlos en profundidad y en el verano del 93, sin tener nada todavía decidido, visita Francia “porque este país é un mundo aparte no tema da aviación”. Allí acude a una reunión donde constructores aficionados de toda Europa mostraban los modelos creados por ellos mismos. “Non me bastaba con lelo nas revistas e nos libros, tiña que ver cos meus ollos a un desos tíos, con dúas mans e dous pes, baixar dun avión feito por él para acabar de crerme que aquelo era posible”.
En el verano de 1994 nuestro protagonista  vuelve a Francia “xa co bichiño no corpo” y entra en contacto con una asociación a nivel europeo de constructores aficionados, la “Reseau de  l´Sport de  l´Aire” (R.S.A.), una entidad que ofrece cursos orientación y asesoramiento a constructores aficionados. José Carlos empieza a creerse entonces que su sueño era posible. 

Un hangar en casa     
Con el ala traseta del avión en el hangar de su casa
Así en las navidades de ese mismo año decide dar el paso. “Cando me puxen a elo xa me coñecía os planos de memoria e tiña reflexionado moito sobre cada peza”, admite. Comienza entonces la construcción de su particular hangar en el alpendre de su casa, obra que le llevó 8 meses, y el 24 de mayo del 95 solicita el permiso a la Dirección General de Aviación Civil para construir su Jodel D-92. Ocho meses después recibe una autorización provisional en espera de inspección. Apenas unas semanas más tarde lo visita un ingeniero de Aire que evalúa el proyecto y a la persona que lo pretende realizar, tras lo cual le conceden  la licencia definitiva.
Con los papeles ya en regla José Carlos trabaja de lleno en lo que se ha convertido en una verdadera pasión. Su Jodel D-92 es un avión monoplaza, todo él fabricado en madera, con 7 metros de envergadura -la distancia entre ambos extremos del ala-, 5,50 metros de longitud, un peso de 170-190 kilos, y que alcanzará una velocidad de crucero de 130 kms hora y una máxima de 160. Dispondrá de dos depósitos de combustible, de 25 y 35 litros, que le servirán para recorrer 800 kms más 1 hora de reserva. Nuestro protagonista quedara impresionado por un avión como éste en una de sus visitas a Francia, “cando  vin a un mozo de 30 anos pilotando un modelo igual, feito facía 36 anos, e permitíase incluso realizar acrobacias con él”. Cuando su avión salga a la pista hará el número 778 de este modelo en todo el mundo.        
A la familia le sorprendió la decisión “pero xa sabían da miña afición. En realidade, calquera que me coñecera un pouco podería pensar que tiña que rematar así. Non creo que os meus pais sintan inquietude porque eu voe, é algo que xa veño facendo dende fai anos e están acostumados”.  Sobre lo que le dicen sus amigos admite que procura evitar el tema “porque para min e unha cousa bastante íntima”. De hecho nos confiesa que sus compañeros de trabajo en el Hospital Provincial, donde ejerce de administrativo, no saben nada del proyecto que se trae entre manos. “Cando lle contas a alguén que estás construindo un avión na casa hai miradas raras, como se non o acabaran de crer ou preguntándose se estarei ben da testa”.

Motor de "Escarabajo"
Un Jodel D-92 como el construido por nuestro protagonista
Pero lo cierto es que la pasión le engancha. “Teño o avión á beira da cama. Hai domingos que baixo a por un destornillador e pásome catro horas dentro do taller como nada”. El trabajo debe ser en todo momento minucioso y milimetrado en cada pieza que construye “non só para pasa-las inspeccións correspondentes senón para logo voar e estar seguro no aire. Por eso é moi importante que as solucións que vaias dando sexan correctas e fiables. En cada peza hai un compoñente grande de reflexión, incluso pensando no punto de vista psicolóxico xa que todo debe estar supercontrolado para logo subir ahí arriba e voar tranquilo”.
A estas alturas José Carlos tiene fabricadas ya todas las piezas del ala y de la parte trasera. Empleó en ello maderas pino de Oregón, y en las partes duras haya y contrachapado de abedul de Finlandia. Algunas las consiguió, después de mucho buscar, en talleres de la provincia, pero otras muy específicas tuvo que adquirilas en Madrid o en Francia. En este momento está pendiente de una segunda inspección para cerrar los volúmenes y ponerse a trabajar el fuselaje. El motor será de la casa alemana Volkswagen adaptado de uno de sus vehículos modelo “escarabajo”. El color de que  pintará el avión no lo tiene todavía decidido, “quizáis llo darei a alguén que teña bo gusto para iso” admite.
Sea como fuere José Carlos, aunque no quiera admitirlo, se está gastando un pastón. “Costa o que unha boa moto” nos dice, pero nunca se preocupó de tratar de conseguir algún tipo de subvención “aínda que sei que hai compañeiros por ahí que se moven neso como peixe na auga, pero eu non me desenvolvo ben nese terreo”. Mientras tanto trabaja de lleno en su particular angar esperando poder volar en el verano del 98 “quizáis en Lugo ou ben preto de Valença en Portugal, onde están os aeródromos máis cercanos”. Además procura estar preparado para la gran ocasión y está ya quitando su carnet de piloto privado en el aeródromo de Lugo.
José Carlos Martínez quiere surcar el cielo con un avión construido íntegramente con sus manos. Nosotros, que lo hemos visto, que observamos las piezas que con tanta meticulosidad fabrica, que hemos conocido de su paciencia y pasión, estamos seguros de que lo conseguirá. Al más puro estilo de los hermanos Wright. Ver para creer.             



sábado, 6 de mayo de 2017

Unas 500 personas desafiaron al viento frío del norte y se dieron cita el pasado domingo 30 de abril en la Praza de Feira para presenciar el XXVI Festival de Bandas de de Música Meaño, que contó este año con las formaciones de Rianxo, Beade y Meaño, las tres referentes en la comunidad, no en vano, ganaron en la última década de alguna de las ediciones del Certame Galego. En total, más de 200 músicos sobre el escenario en representación de unas agrupaciones que, sumados sus socios, aglutinan a casi 700, en la mayoría padres que son hoy elemento esencial de la sostenibilidad de unas bandas que, con la ley en mano, no pueden ni repartir dinero alguno entre sus componentes.

MEAÑO CONGREGÓ A 500 MELÓMANOS 
EN SU FESTIVAL 

La Banda Unión Musical de Meaño en su desfile de presentación
La tarde fría y desapacible hizo que en el momento del desfile, a las cinco de la tarde, apenas sí unas 200 personas se apostaran en las aceras para aplaudir el paseíllo musical de cada banda a modo de presentación. Las autoridades evitaron esta vez balcón del consistorio y siguieron el momento a nivel de suelo. Luego, dentro de la carpa, fue subiendo el número hasta los 300 que cubrían la mitad del aforo de sillas en el momento del primer concierto. A ello siguió un goteo incesante que hizo que la cifra se elevara hasta los 500 cuando actuó Meaño, pero aún así lejos de las ediciones de mayor afluencia de este festival cuando los años 90.
Y eso que la organización repitió un esfuerzo encomiable disponiendo un escenario impecable, vestido para la ocasión con una decena de centros de flores y hasta olivos en maceteros, y sobre el que se habilitó una gran pantalla en la que se iban proyectando en directo imágenes del desfile de entrada de a la carpa, y primeros planos de los músicos en cada concierto, en aras a acercar al público la visión de un escenario elevado en el que no se divisaba más allá de la primera fila.

Banda de Música de Beade durante el desfile
Marco impropio
El evento puso en evidencia un año más la falta de un marco adecuado y las carencias en cuanto a comodidad, visibilidad y sonoridad que ofrece la carpa. Situación opuesta la de las bandas invitadas, Rianxo y Beade, que sí cuentan en sus localidades con auditorios que ofrecen esa posibilidad. Sus directores reconocían que realizar un festival de este calado bajo carpa resulta inusual: “sorprende que un lugar como Meaño -afirmaba Luis Alberto Collazo, director de Beade- con una banda que es desde hace año un referente en Galicia, y que cuenta con una escuela de música fantástica, no disponga de una instalación adecuada, no ya sólo para este evento, sino para los demás conciertos de su banda y la pujante actividad de su escuela”.

Sección de metal de la BUMM
Las bandas populares atraviesan hoy un momento de excelente salud, “porque hay más bandas y músicos que nunca -reconocía Rafael Collazo, director de Rianxo-, y en su mayoría muy jóvenes y con una excelente preparación”. No en vano ayer la media de edad de los componentes de las tres bandas era de tano sólo 17 años, y se estimaba que entorno al 40 por ciento de ellos o habían acabado o estaban completando su formación bandística con estudios oficiales en conservatorio.
No obstante, las bandas también viven un momento de grandes dificultades. Diego Javier Lorente, director de la banda de Meaño, apuntaba hacia la dispersión de la población en el rural “porque en Meaño aunamos músicos de localidades dispersas en un radio de unos 8 kilómetros y es difícil cuadrar horarios”, mientras que Luis Alberto González (Beade), enfatizaba en la dificultad de “tener cerca una ciudad como Vigo con una oferta de ocio muy grande que tira mucho de los jóvenes, lo que nosotros tratamos de contrarrestar con actividades, campamentos y excursiones para atraer a los chavales a la banda”.

Dificultades
Sección de viento madrra de la BUMM
Pero de entre todas las dificultades los tres coincidían en una: la económica. “La crisis -apunta Rafael Collazo- supuso un recorte brutal de las subvenciones, hasta el extremo de que desaparecieron por completo las destinadas a bandas y a escuelas de música”. Luis Alberto González precisaba que “en Beade hemos dejado de percibir en torno a 5.000 euros de subvenciones que nos llegaban cada año de la Xunta o mismo de la Diputación a través de su Certamen Provincial que hace años dejó de organizarse”. “Así las cosas -añade- subsistir resulta complicado, y en las bandas se está tirando para adelante gracias al sacrificio y al esfuerzo ímprobo de los padres, porque sin ellos, en el momento actual, todo el mundo y la cultura que emana de las bandas populares se iría al traste”.