sábado, 28 de abril de 2018

conversas.com
Pablo Dopazo Gondar
Serpentonista

Es uno de los contados serpentonistas que existen en España. Ese cambadés, profesor de bombardino y formado musicalmente en Pontevedra, Oviedo y Lyon, se adentró hace un par de años en el mundo del serpentón, un instrumento antiguo que data del siglo XVI y que cayó en desuso tiempo después, formando hoy parte de esos piezas que son reliquias pasadas del mundo de la música. Lo llegada al serpentón la hizo de la mano del gran pionero de la recuperación de este instrumento en Europa, el francés Michel Godard. Desde entonces Pablo Dopazo ha ofrecido conciertos de serpentón en diversas partes de España. En la pasada Semana Santa presentaba este instrumento al público arousano la pasada Semana Santa en la iglesia del monasterio de Armenteira -acompañado de la soprano Rosana Domínguez y el percusionista Diego Rosal-, con motivo de un acto enmarcado en el concierto de música sacra promovido por la banda Unión Musical de Meaño y el coro Liceo de Vilagarcía.

“LA SENSACIÓN DE TOCAR EL SERPENTÓN ES COMO LA DE CANTAR”

Pablo Dopazo tocando el serpentón. Foto Iñaki Abella
Para ubicar al lector, ¿Qué es el serpentón?
Es un instrumento que se inventó un clérigo a finales del siglo XVI en la ciudad francesa Auxerre, concebido en origen para acompañar los cantos litúrgicos en las iglesias, de ahí su vinculación plena con la música sacra. Durante casi dos siglos estuvo muy vigente, prácticamente en cada catedral de Francia había un serpentonista para acompañar la liturgia. Con el paso del tiempo fue cayendo en desuso, al ir siendo desplazado por otros instrumentos como el ophicleide, la tuba y el bombardino. Sin embargo, en la segunda mitad de los años 50 del siglo XX se comenzó a recuperar en países como Francia y Suiza, donde se empezó a tocar de nuevo.
¿Debe su nombre a que evoca una serpiente?
Así es, no es un tubo recto, sino que se ondula evocando una serpiente que está reptando.
¿Es un instrumento de madera o metal?
Es madera, y se fabrica de forma totalmente artesanal. Son dos piezas que se unen con pegamento natural. Al tubo se le practican seis orificios y se recubre luego todo con piel de animal de vaca o cordero. En la parte superior lleva un tudel de metal y una boquilla que es de cuerno de animal.

¿Requiere una técnica compleja a la hora de tocar?
Pablo Dopazo y la soprano Rosana Domínguez
Foto Iñaki Abella
Es un instrumento delicado porque su es afinación muy compleja. El músico no sólo debe jugar con los dedos, como en otros instrumentos de viento, en este caso para tapar los orificios, sino que debe ser muy cuidadoso en la embocadura con la comuna de aire, con lo que haga con los labios, para conseguir una buena afinación, un efecto u otro. Es un instrumento mucho más sensible a lo que haga el intérprete, sobre todo si lo comparamos con un instrumento moderno.
Hay quien apunta que es el padre de la tuba.
Sí, por el registro de bajos podría decirse que es el antecesor de la tuba y el bombardino. Acompañando a los coros religiosos, o después en el siglo XVIII en bandas militares, el serpentón hacía las partes más graves. Con el tiempo fue siendo relegado por nuevos instrumentos que eran más fáciles de afinar, además tampoco casaba bien con trombones y trompetas… todo eso hizo que fuera desapareciendo.
Usted es profesor de bombardino. ¿Siente que disfruta o transmite más con el serpentón que con el bombardino?
Es otra sensación. El serpentón es un instrumento muy primario, y el sonido que se obtiene es más natural, más puro, como está tan relacionado con la voz la sensación de tocar con él es casi como la de cantar.
En el concierto de música sacra ofrecido en Armenteira parecía evocar un componente espiritualidad.
Sí porque es un instrumento muy pensado para esas ubicaciones, es un sonido que de por sí llena muy bien espacios grandes, como es este caso era la iglesia del monasterio de Armenteira.

¿Sabe de más serpentonistas en Galicia?
No, que yo sepa no hay nadie más. Mismo a nivel de España puede que seamos una veintena lo que lo toquemos este instrumento.
¿No se ha intentado nunca casar hoy es serpentón con una formación al uso, como es una orquesta o una banda?
No, si acaso algo en Francia cuando algunas formaciones interpretan obras antiguas con instrumentos de época, entonces sí aparece el serpentón, pero son casos muy contados. Hoy sólo tiene cabida en algún grupo de música antigua o como solista, no más.

Pablo Dopazo tocando el serpentón en el concierto de Armenteira
¿Y cómo se inicia en usted su idilio con serpentón?
Fue hace dos años con uno de mis profesores en Francia. Yo, en música antigua, hice el viaje un tanto al revés: tras mis estudios de bombardino, me inicié con el ophicleide, y luego llegué al serpentón. Para ello contacté con Michel Godard, músico francés que es el auténtico pionero de este instrumento y que ya en 1979 empezó a realizar conciertos con este instrumento. De mi relación con Godard surgió mi interés por el serpentón y me hice con uno que me construyó un luthier que vive en un pueblo bastante perdido de las montañas suizas y que se llama Stephan Berger. Es un hombre que no tenía nada que ver con la música, pero que era un auténtico un experto con la piel, y fruto de su contacto con Michel Godard se especializó en la fabricación del serpentón.
O sea que este instrumento no se puede encontrar en tienda alguna de música al uso.
Imposible. Sólo lo puede fabricar un luthier por encargo, tan sólo existen dos que lo fabrique en toda Europa: uno este Stephan Berger, y otro es un belga. Los dos son los únicos que los construyen al modo que se hacía en el siglo XVI. Existe un tercero en España, pero en su caso no recubre el tubo de piel, y esa es una de las partes más delicadas para que el instrumento quede bien, y le dé esa característica propia.

Pablo Dopazo probando su nuevo serpentón hace unos días
en el taller del luthier Stephan Berger en Suiiza
¿Cuánto tiempo tarda un luthier en fabricar un serpentón como el suyo?
En mi caso Stephan Berger tardó unos dos meses.
¿Y cuanto cuesta?
Los que se fabrican hoy cuestan en torno a 5.000-6.000 euros. Hacerse con uno de época es complicadísimo, porque son piezas de museo y la única opción es acudir a subastas. Hace unos días estuve en Barcelona dando un concierto con un serpentón de 1800 y pico, son joyas inaccesibles.
Se contempla el estudio del serpentón en algún conservatorio dentro del departamento de Música Antigua?
En España no, tan sólo hay algún profesor en Francia que imparte la disciplina en algún conservatorio regional. En el Conservatorio Superior de París se contempla como optativa de la mano del profesor Michel Godard, pero no más. Ni en conservatorios que son cuna de la música antigua, como Basilea, La Haya, o mismo Barcelona, tampoco hay posibilidad de estudiar este instrumento.




domingo, 22 de abril de 2018

EL MAESTRO ALICANTINO PASCUAL VILAPLANA IMPARTE UN SEMINARIO DE DIRECCIÓN EN MEAÑO

Un total de doce cursillistas, varios de ellos directores de bandas gallegas, se dieron cita este fin de semana en Meaño para asistir al seminario de dirección de bandas que impartía el compositor y director alicantino José Rafael Pascual Vilaplana, considerado uno de los mejores directores de banda del momento en España y el de mayor proyección internacional.
El curso vino celebran el viernes y ayer sábado, teniendo como sedes en Meaño y Ribadumia. En la casa de cultura de Meaño se impartían las sesiones teóricas y las prácticas se desarrollaban en el auditorio de Ribadumia, dirigiendo para ello los cursillistas en vivo a la banda Unión Musical de Meaño. En la tarde de hoy domingo cierra su presencia en Galicia dirigiendo a la Banda de Música de Pontevedra en un concierto en el Teatro Principal.
Se trata de una iniciativa que se enmarcaba dentro de un ciclo que promueve desde inicios de año la Banda de Música de Pontevedra, y que incluye seminarios de tres días durante seis fines de semana a lo largo del curso. El segundo lo ofrecía el pasado mes de enero en Salcedo el que fuera director de la banda de Meaño, David Fiuza, y este de Pascual Vilaplana es el cuarto y, en su caso, se organizaba en colaboración con la Escola de Música y Banda Unión Musical de Meaño. Al seminario acudieron, entre otros, los directores de las bandas de  Salceda de Caselas, Catoira, Sanxenxo o Meaño.

El director Rafael Pascual Vilaplana desde el atril co la Unión Musical de Meaño. Foto: IÑAKI ABELLA

En su presentación a la BUMM el director Diego Lorente calificaba a Vilaplana como “el director de banda más importante de lo que llevamos de siglo en España”. Un Pascual Vilaplana que, de forma expresiva y con un mensaje que calaba por su empatía, explica a uno de los cursillistas tras dirigir en su sesión práctica a la BUMM: “La batuta -le aconsejaba- debe moverse a modo del rotulador sobre la pizarra, para construir con ella un discurso sobre una partitura que, previamente, el directo ha desmenuzo e investigado mucho”. “Si no lo hacemos así -agregaba- sólo estamos viendo la punta del iceberg, no estamos mirando la totalidad que el océano”.
           
Proyección internacional
El director hospedado en la Quinta de San Amaro
Rafal Pascual Vilaplana (Alcoy, 1971) ha sido director de diversas bandas de la comunidad valenciana y de la Sinfónica de Albacete, además de haber actuado como director invitado de numerosas bandas de toda España, amén de países extranjeros como la Municipal de Buenos Aires, la de Matanza en Cuba, de la banda de la Marina Real de Holanda, la Sinfónica de Oporto, y otras formaciones en países como Suiza, Eslovenia o Rumanía entre otros. Actualmente ejerce como director de la Banda Municipal de Bilbao, de la Orquestra de Vents Filharmonia y el principal director invitado de la Orquesta Sinfónica UCAM de Murcia.
Un curso formativo que es la antelsala del "XXVII Festival de Bandas de Musica de Meaño que, organizado por la asociación Unión Musical de Meaño, acoge la Praza da Feira el domingo 29 de abril a las 17 horas, y que cuenta en esta edición con las bandas de Sanxenxo, Lalín y la BUMM meañesa.

domingo, 15 de abril de 2018

conversas.com
Abraham Cupeiro López
Coleccionista de instrumentos antiguos
                                                          
La Escola de Música de Meaño, dentro de acogió recientemente una exposición de instrumentos ancestrales del mundo, piezas que atesora el músico lucense Abraham Cupeiro, natural de Sarria y que, en la actualidad, es profesor de trompeta en el Conservatorio de A Coruña. Un Abraham Cupeiro que presentaba también en el santuario de San Benito de Lores su disco “Os Sons Esquecidos”. Lo hacía con un concierto que era el primera de una gira de 37 actuaciones programadas en diversas partes de España. El público llenó el aforo de santuario para disfrutar de un cuarteto que lideraba Cupeiro que ofreció un particular maridaje entre los instrumentos ancestrales y los actuales.

“ME REGALARON UNA TROMPETA TIBETANA DE TIBIA HUMANA, PERO ME DESHICE DE ELLA”

Abraham Cupeiro en Meaño, visto por objetivo de Iñaki Abella
¿Cómo surge su pasión por los instrumentos antiguos?
Es algo de siempre. Ya desde niño sentía especial atracción por los instrumentos antiguos y fue atesorando alguno desde pequeño, caso de una gaita antigua, un viejo fliscorno, algunos instrumentos de banda de música… Fue a partir de 2005 cuando, a raíz de viajar para tocar en conciertos en otros países, me fui haciendo con instrumentos antiguos de otras latitudes, y entonces comencé a darle un sentido a todo esto y a organizar una colección al uso.
¿Cuántos instrumentos posee en su colección?
Unos 220.
¿Todos son de adquisición y los hay de fabricación propia?
Algunos los fabricamos en un taller que tenemos mi mujer María Ruiz y yo, en el trabajamos a modo de luthiers en una labor de recuperación, reconstrucción e incluso fabricación de instrumentos ancestrales, porque algunos de la colección son instrumentos que apenas existen. Los hay que también son regalos que me hace la gente.
¿Cuál fue el último regalo?
Un trompeta de hueso de tibia humana…
¿De tibia humana?
Sí, son trompetas sagradas en el Tíbet. Ya me la intentaron regalar en Madrid hace dos años, pero entonces le di un poco de largas. Luego su el dueño me la remitió por correo, pero rechacé e paquete. La última ocasión que fui a Madrid no que quedó otra que aceptarlo.

Un momento de la exposición en Meaño. Foto Iñaki Abella
¿Por qué lo rechazaba?
Me daba un poco mal fario fuera un instrumento de tibia humana. Además esas trompetas tibetanas, según la religión, se fabrican con hueso de una persona que tuvo que haber muerto de forma violenta.
¿La tocó alguna vez desde que la tiene en su haber?
Alguna vez sí, pero no me resultaba agradable. Al final me deshice de ella regalándola a otra persona.
Uno de los instrumentos que llama más la atención del público de su colección es el carnyx.
Sí, es un instrumento celta del que tenemos noticias por escritos griegos o por el propio Julio César, o por algunas monedas antiguas en que aparecía impreso. Sorprende por su forma, pero más aún por su sonoridad. Es un tubo metálico largo, muchas veces con cabeza zoomórfica, que en ocasiones era la cabeza de un jabalí, animal que simbolizaba la nobleza y el valor para entrar en batalla, de ahí su uso en confrontaciones bélicas. Las primeras noticias que tenemos de este instrumento se remontan al año 473 a. C. El único carnys que apareció entero se halló en Francia en el año 2006. Sabemos que tenía un componente sagrado, por lo que los celtas, cuando se sentían asediados y estaban próximos a caer ante los romanos, destruían los carnys y los enterraban para que no cayeran en manos enemigas.


Abraham Cupeiro con su carnys. Foto I. Abella
¿El carnys de su colección es fruto de su taller?
Sí, lo fabricamos basándonos en una moneda romana en que aparecía un soldado romano con este instrumento en una mano a modo de trofeo de guerra. Para ello realizamos un trabajo de investigación, relacionado las dimensiones del carnys con la estatura de un soldado romano en aquella época para preciar el tamaño con exactitud. Del resultado de este trabajo, mitad de investigación, mitad de fantasía, resultó una reproducción muy fiel, tanto que cuando fuimos invitados a Tintignac para probar el carnys original hallado en Francia, comprobamos que el tamaño del que fabricamos nosotros en el taller sólo era 23 milímetros más grande que aquel carnys original.
¿Cuál es el instrumento más antiguo de la colección?
Quizás un clarinete de finales del siglo XVIII, pero tenemos alguno pieza también de gran valor, y que puede ser incluso más antigua, como es el caso de una corna, instrumento de viento muy arraigado en nuestra tradición, que se tocaba en Noruega, Irlanda, y toda la fachada atlántica europea. Se documenta su uso hasta 1930 y pico, y desapareció desde entonces. Esta pieza (la cual nos muestra de su propia mano) la encontró un vecino de Sarria, llamado Carlos Tallón, en el monte hace cuestión de 15 años. Se trata de un cuerno de animal con agujeros laterales a modo de flauta, pero que se toca como una trompeta. Al ser hallado en el monte no sabemos con certeza los años que puede tener.

Alumnos de la Escola de Música de Meaño probando los instrumentos. Foto: I.A.
¿Y se mantenía en perfecto estado?
Sí, porque el vecino lo que se encontró en el monte fue un montón de muebles viejos, y en interior de una cómoda halló, entre otras cosas, esta corna más un candil, que fueron las piezas que extrajo de aquel mueble y con las que se quedó.
¿Cuál diría es el instrumento exótico de la colección?
Quizás un shofar que adquirí en una visita a Arabia, y que me hizo plantearme entonces el darle forma a esta colección.
¿Y ese instrumento que no posee y que le haría ilusión?
Me haría ilusión un toyo, que es una flauta de pan de más de dos metros que es tradicional de Bolivia, y también un oficleido, un instrumento del siglo XIX que sólo tuvo 20 años de vida, pero en Galicia tenemos fotografías con gente tocando este instrumento hasta los años 50.
Usted acaba de editar su disco “Os sons esquecidos” con el que iniciaba una gira de conciertos precisamente en la noche ayer (martes para el lector) en Lores.
Sí, es un gira de dos meses con 37 conciertos programados por Galicia, Madrid y, mismo la semana próxima, en Las Palmas de Gran Canaria. Tiene su versión con cuarteto, en el que toco estos instrumentos ancestrales acompañado de piano, contrabajo y percusión. Pero también ofrecemos una versión para orquesta, como haremos en Las Palmas, o una para octeto que será la que ofreceremos en el Teatro Colón el 17 de mayo. Son conciertos en los que intentamos maridar los instrumentos ancestrales con los modernos, y fruto de esa fusión entre la imperfección y la perfección, alumbrar un discurso sonoro nuevo. No me interesa buscar líneas melódicas en el pasado, sino timbres arcaicos que al oído actual le parezcan nuevos.

Abraham Cupeiro haciendo sonar uno de sus instrumentos antiguos
¿Tiene algún otro proyecto en ciernes?
Sí, estamos también con proyecto “Pangea”, un concierto de música de los cinco continentes con la Banda de Música de Pontevedra que está programado para el 27 de mayo.
Una última curiosidad. ¿Cómo se forma para tocar todos estos instrumentos?
Hoy todo está a golpe de clic en Internet. A través de ella tanto puedes hacerte con un instrumento de otro continente, como un kuray de Asia Central, que es lo último que me ha llegado, como ver un vídeo con un virtuoso del instrumento en cuestión, e incluso hablar con él para que te explique cómo mejorar la técnica a la hora tocarlo.
                                            


sábado, 7 de abril de 2018

conversas.com
Benito Orge Soler
Profesor durante 30 años en Dena

El CEIP de Coirón -otrora Colegio Nacional- cumple en este 2018 sus bodas de oro. Son cincuenta años de vida formando a generaciones de meañeses desde que en el curso 1968-69 abriera por primera vez sus aulas para albergar a alumnos de las siete localidades del municipio, y que empezaban entonces a ser escolarizados. Fue el único centro escolar del municipio hasta que la saturación obligó a construir un segundo en 1982, este en Meaño (CEIP As Covas), que permitió desdoblar a los escolares en esos dos centros. Natural de Lores (Meaño) Benito Orge ejerció durante tres décadas como profesor en el centro, siendo además su director durante once años (1982-84 y 1986-95). A sus 73 años hace hoy balance de sus recuerdos sobre la época.

“EL COLEGIO DE COIRÓN PROTAGONIZÓ UNA DE LA HUELGA MUY DURA CONTRA EL CONCELLO”

Benito Orge en su casa de Xil. Foto Iñaqui Abella
¿Cómo era aquel Colegio Nacional de Coirón, que así era el nombre, y que usted conoce a inicios de los años 70?
Bueno, en su origen, y estando en el franquismo el nombre oficial era Colegio Nacional José Antonio Primo de Rivera, ahí es nada. Las obras se iniciaran en 1966 y el colegio abrió sus puertas en el curso 1968-69. Contaba con un total de 16 aulas, divididas en dos pabellones y un bloque central con salón de actos, sala de profesores… y comedor, algo inusual entonces. Un comedor que al principio era gratuito y, más tarde, semi-gratuito, con una tasa simbólica que los padres pagaban al mes. El diseño del colegio estaba cortado por el mismo patrón que otros de la zona: Castrelo, Magariños… Las clases estaban separadas por sexos, aulas de niñas y aulas de niños. Así era la educación en la España de entonces.
¿Se disputaron la ubicación de aquel primer colegio Dena y Meaño?
Sí, había dos posiciones socialmente encontradas: los que defendían que debía construirse en Meaño, que era cabecera del municipio; y los que abogaban por Dena, la localidad más grande. Los primeros además criticaban que los terrenos que se iban a comprar en Dena para albergar el centro no eran adecuadas, porque eran un barrizal. Pero al final creo que pesó lo suyo la opinión de gentes próximas al régimen, como José Lis o Lourdes Reboiras, y el colegio se construyó en Dena.

Otra imagen de Benito Orge en la actualidad. Foto: I.Abella
Supongo que, sin problemas con la natalidad, aquel colegio contaba con más niños que hoy.
Al principio no. A finales de los años 60 estaba todavía vigente la ley Moyano, que hablaba de una teórica obligatoriedad de la escuela, pero que en la práctica no se cumplía, ni las autoridades velaban para ello. Muchos niños no estaban escolarizados, y otros iban al colegio cuando podían, si les dejaban los padres en casa, porque lo primero era ayudar a la familia a trabajar en el campo o con el ganado. Luego con la ley Villar Palasí, en 1970, los centros escolares se empezaron a llenar. Cuando yo llegué, el colegio de Dena tenía unos 400-450 alumnos, pero luego a inicios de los 80, cuando fuí director, el colegio llegó a tener ¡900 alumnos!
Eso era ya hacinamiento, ¿no?
Totalmente. En aquellos años hubo que recurrir a improvisar aulas en todos sitios: se dividió en salón de actos para ganar dos, se hicieron tres más en un pabellón de deportes en condiciones ínfimas… Por eso una de mis prioridades en mi primera etapa como director fue la de tratar que se consiguiera la construcción de un segundo colegio, y ese fue el de As Covas-Meaño, que se inauguró en junio de 1982, y que supuso la solución definitiva a esa aglomeración que veníamos padeciendo.
En aquellos años 70, con los últimos coletazos del franquismo y la llegada de la transición ¿se percibía también las dos Españas entre las generaciones diferentes de profesorado?
Sí, claro. Había una generación de profesores ya entrada en años, que se criara en plena guerra y posguerra, y que era más afín al régimen, y otros más jóvenes que llegábamos con ideas más progresistas. Pero a inicios de los 70, aún en el franquismo, quien más y quien menos nos medíamos mucho en nuestras opiniones, excepto algún compañero que, recuerdo, se atrevía y se enfrentaba abiertamente. Luego con la llegada de la democracia se produjo una apertura muy grande, apertura que la misma ley impulsaba. Pero, en general, entre todo el profesorado del colegio primaba más las preocupaciones escolares que las políticas.

Benito Orge en 1983 en su primera etapa de director
Foto: archivo familiar
¿Cómo se vivió entre el profesorado del centro el 23-F?
Con muchísima preocupación, porque había gente que ya venía diciendo que “esto puedo girar”, en relación a una posible marcha atrás en el sistema político. En la noche del 23-F pensábamos que la democracia se iba al traste, tanto que recuerdo que el entonces director  del colegio, Antonio Espinosa, huyó aquella noche para A Coruña, dado que él era también delegado de la UGT y temía por su integridad si el golpe triunfara. Un Espinosa que luego, cuando el PSOE ganó las elecciones, se lo llevaron para Madrid como Director General de Personal.
¿Y con la llegada de la autonomía?
Eso sí fue conflictivo. Con la aprobación del estatuto, la obligatoriedad de impartir el gallego, y que esa lengua se hablara en centro, eso sí dividió mucho a la gente, porque había profesores partidarios de que el gallego se extendiera incluso al ámbito administrativo del colegio, pero otros estaban muy en contra. Yo mismo fui de los primeros en el centro que empezó a redactar documentos de la dirección en lengua gallega dirigidos padres y organismos.
¿Se podría decir que el de Coirón fue un centro tranquilo a lo largo de estos 50 años?
Por lo general sí, excepto en los años 1989-90 en que se convirtió en uno de los más conflictivos de la zona. Fue debido a una serie de carencias que acusaba el colegio por desatención del concello: apenas se dedicaba tiempo a la limpieza, faltaba agua en ocasiones, el alumnado estaba hacinado... Fue en esas circunstancias que la conflictividad escolar se trasladó al ámbito social, y las familias protagonizaron una huelga de quince días sin llevar a sus hijos a clase, huelga que contaba con la aquiescencia del profesorado que compartía esas reivindicaciones. Las familias se dividieron mucho: unos estaban con la comunidad escolar y otras, según el color político, con el alcalde, que entonces era Germán Rodiño, y que no se había implicado nunca con el colegio. Pero esa huelga, que fue muy dura y con un enfrentamiento directo, al final dio sus frutos: en la noche de un 14 de febrero se firmó el acuerdo entre el delegado de educación, el inspector y el alcalde, por el cual el concello se comprometía en lo sucesivo a solucionar aquellos problemas.

31 de enero de 1992. Sentado en el centro, con el claustro del IES de Meaño en  el primer años en que compartieron
 colegio con el CEIP de Coirón. Foto: archivo familiar
¿Y la pervivencia de las casas de maestros que siempre han sido tan polémicas en los últimos años?
Las casas cumplieron su función cuando los salarios de los profesores eran muy bajos. Yo mismo viví en una de ellas durante unos años. Contribuían además a crear un clima de camaradería y vecindad entre los profesores que era muy bueno para la dinámica de grupo. Cierto que entiendo que hoy no tienen apenas función, y desde aquella nunca se les supo buscar una utilidad.
A lo largo de su dilatada experiencia como docente y director ¿Qué opinión le merecen las continuas leyes de educación que se han venido y se siguen todavía sucediendo?
Eso ha sido, y es, uno de los grandes problemas de la educación en España: leyes que se pisan unas a otras, en función del color político, casi una cada cinco años, sin dar tiempo, siquiera a que se desarrolle la anterior. Y leyes que además surgen de políticos, sin tener en cuenta a los docentes, que son los que más saben de la realidad educativa. Y ese alejamiento del aula es precisamente lo que explica que la mayoría de esas leyes fracasen.

Curso 1988-89, de pie a la derecha, con el claustro de profesores del colegio de Dena
en Casa Portuguesa. Foto: archivo familiar
Si tuviera que quedarse con una de esas leyes educativas que usted vivió como docente ¿cuál elegiría?
La Ley General de Educación, también llamada Ley Villar Palasí, fue importante por su duración y la aplicación real de la obligatoriedad de la enseñanza, pero para mí una ley muy importante, aunque denostada por muchos, fue la LOGSE en 1990, la cual establecía la ampliación de la educación obligatoria hasta los 16 años, cubriendo así un vacío legal importante que existía: con la ley anterior un niño acababa la escolaridad con 14 años, pero si no quería seguir estudiando y pretendía trabajar, la ley le impedía acceder al mercado laboral hasta los 16, con lo cual se quedaba dos años en blanco. Además la LOGSE bajó la ratio de 40 a 25 alumnos por aula, lo que aportó calidad a la enseñanza.
En su labor de docente de Ciencias Sociales usted dio a conocer con sus alumnos los petroglifos de A Sobreira y probó la existencia de un castro en San Cibrán. ¿Siente que Meaño se pierde una ocasión en no poner en valor su patrimonio ignorando estos yacimientos?
Totalmente. Los yacimientos y, por extensión, la Historia, son un atractivo para generar cultura y riqueza. Tengo compañeros que recuerdan como A Garda, hace 40 años, era apenas un pequeño pueblo de pescadores, no más. Pero desde que se descubrió y se puso en valor el yacimiento del castro de Santa Tegra la cantidad de turismo que esto atrajo fue enorme y A Garda, en la década siguiente, creció de forma  impresionante. Y buena parte de ese crecimiento se debió al castro de Santa Tegra, que puso A Garda en el mapa. En Meaño también tenemos esa riqueza, pero no la ponemos en valor, y así tampoco generamos riqueza, una lástima.