domingo, 27 de mayo de 2018

Un ingeniero técnico forestal cambadés, Eduardo Penedo, ha fabricado de su propia mano un sencillo equipo, práctico, manejable y económico, para fumigar los nidos de avispa velutina. Gracias a ello acceder con relativa facilitad a todos los lugares de monte y fumigar nidos situados hasta 24 metros de altura. Con equipos similares la lucha contra la velutina, según este ingeniero forestal, podría acometerse de manera más eficaz desde los propios concellos en base a personal propio y con muy poco dinero.

CAÑA PARA "PESCAR" VELUTINAS

Actuación para retirada de un un nido de velutina
“En realidad, el sistema responde a lo que es una caña de pescar sobredimensionada -explica Eduardo Penedo-. Se trata de una pértiga de carbono, muy ligera y manejable, cuya amplitud de sección va decreciendo hacia la punta, mismo como una caña de pescar al uso, y a la que he acoplado un maquina tipo sulfatadora, pero equipada, no con motor de membrada, sino de pistones, para que pueda bombear sin problemas de presión hasta los 45 o 50 metros de altura”.
Este cambadés concibió el mecanismo a partir de su experiencia en trabajos en altura como ingeniero forestal, “sobre todo en los últimos años en la lucha contra el picudo de la palmera, campo en el que venía trabajando con pértigas similares”. Con este equipo puede acceder a fumigar con apoyos nidos de velutina que se encuentren hasta los 24 metros de altura “pudiendo siempre estirar y manejar la pértiga con relativa facilidad desde una escalera -precisa-, o incluso hacerlo si uno opta por subirse con arnés a un eucalipto”.

Equipo ligero
El mapa muesta en color granate las zonas de invasión de la avispa velutina
“El problema de muchos nidos de velutina -explica Penedo- es su inaccesibilidad, porque algunos se encuentran en medio del monte, a donde no puedes llegar vehículo alguno, y el único acceso posible para llegar es a pie. Este equipo, por su ligereza, es fácil de llevar por una persona caminando a pie, y con él pude llegar a cualquier parte del monte”. “Y eso -agrega- que yo esto trabajando con una máquina estándar de 100 litros, pero se podría adecuar una con menos capacidad, mismo de 5 ó10 litros y, por tanto, mucho más ligera aún”.
Fabricar una pértiga como la suya es, según explica Eduardo Penedo, relativamente sencillo. “Hoy en día -apunta- en el mercado encuentras de todo, y una vez conseguidas las piezas de carbono, se trata de acoplarlas, y luego conectar la pértiga con la sulfatadora”. El precio es relativamente económico, dado que, según explica este cambadés, “el coste de hacerse con todo el material puede rondar entre los 1.500 y los 3.000 euros, según la calidad por la que se opte en cada caso”.
Sin duda una opción más económica que la del camión adquirido por la Mancomunidade do Salnés a inicios de año para fumigar los nidos, y en cuya compra se invirtieron 112.000 euros pero que, a pesar de su gran maniobrabilidad, no puede acceder a zonas interiores de monte poblado de eucalipto que carezca de acceso.
El apicultor meañés Juan Calviño, que requirió los servicios de Eduardo Penedo en algunas ocasiones, ratifica la eficacia de su equipo: “El año pasado cursé aviso para dos nidos de velutina en Meaño. Cuando llegaron los operarios de Tragsa, pretextaron que no podían actuar, en un caso por la inaccesibilidad, en otro por la altura excesiva. Sin embargo, contacté con Eduardo Penedo, y con su equipo fumigó ambos con facilidad”.

No retirar nidos fumigados
Nido de avispa velutina en la copa de un árbol
“Lo importante para actuar con un nido de velutina es el hecho de fumigarlo para matar el insecto, no retirar el nido” explica Penedo. “Es más -agrega- en mi opinión no deberíamos pararnos ni gastar medios en la retirada de los nidos porque, además, una vez fumigados, el insecticida perdura en el tiempo y mantiene una labor residual  que puede durar días o más, por lo que en ese tiempo es bueno no tocar el nido”. De hecho, según apunta, en países como Francia se abandonado la labor de retirada los nidos una vez fumigados, por cuanto no suponen riesgo alguno para la población y el insecto no vuelve a anidar en él.
Eduardo Penedo, en contra la opinión generalizada, se muestra optimista en la lucha contra la velutina: “La experiencia me dice -afirma- que el ser humano en un gran exterminador. Vencer a la avispa asiática es cuestión de tiempo, sólo que aquí, tal y como pasó en su día como el picudo, llevamos cinco años de retraso porque apenas se ha hecho nada en todo este tiempo. Una vez que nos concienciemos y nos pongamos en serio creo que la velutina, aunque no se va a exterminar en su totalidad, con los años sí la vamos a lograr controlar”.

Colmena de abejas
Suicidio de la colmena
Juan Calviño se define como un aficionado al mundo de la apicultura. Aunque llegó a contar con doce colmenas actualmente sólo trabaja siete. “El mal de la velutina -afirma- no es que aniquile a la abeja común, sino que induce al suicidio de toda la colmena: ante el amenaza de la velutina al acecho, las abejas no salen de la colmena para buscar alimento, y en respuesta la reina no pone huevos. De esta forma las abejas que están muriendo diariamente carecen de relevo generacional, y la población de la colmena va decreciendo hasta desaparecer por completo”.
Según este apicultor, asiduo al “Día do Apicultor” en Arzúa y que este año asistió a varias ponencias del evento, “la lucha contra la velutina está siendo muy desigual en la fachada norte de la Península, porque comunidades como Cantabria o Asturias están trabajando mucho y bien, mientras que otras como Euskadi o Galicia acusan una gran pasividad”.

Enjambre encontrado este año en Meaño
Foto. Juan Calviño
La primavera coincide con la época de trampeo contra la velutina, pero Juan Calviño advierte que, sobre esta labor “tampoco existe unidad de actuación: el gobierno central recomienda el trampeo, pero la Xunta me muestra algo más escéptica, porque las trampas no son selectivas y capturan también a otros insectos como el abejón cabro y incluso algunas mariposas”.

Calviño coloca en las inmediaciones de los montes meañeses trampas que él mismo fabrica y que dota dota de líquido atrayente con receta propio: “medio litro de vino blanco, una cerveza, preferiblemente negra, unas gotas de zumo de arándano, una cucharada de azúcar y algo de agua… me sale mucho más barato y resulta tremendamente efectivo, tanto o más de las los líquidos atrayentes que se venden, y a mí me funciona estupendamente”.


domingo, 20 de mayo de 2018

Aquel verán do 79

Aquel verán do 79 foi tremendamente fodido. Samuel Pipas falaba del cos cóbados apoiados no mostrador e as mans nas fazulas, namentras contemplaba o cubata de coñac, medio vacío, como se dunha sesión de hipnotismo se tratara. Naquel mes de xullo Samuel Pipas perdera muller e traballo. Durante anos déralle volta ó asunto cada fin de semana, mergullado en sensacións de impotencia.
Ata entonces fóranselle debullando os anos entre as pólizas de seguros que tramitaba no traballo da oficiña, as visitas a clientes, o nudo da garabata e a película de cada noite en televisión. Atrapado naqueles contratos temporais Samuel Pipas estaba convencido de que atopara un punto de felicidade.

Pero esvaecéuselle como a néboa. Soubo dun día para outro que a compañía non lle ía renovar o contrato. Doeulle enterarse por detrás, despois de tantos anos traballando alí, e chegando a crer, coma o fixo, nos compañeiros de oficiña e no xefe de persoal. Aquela tarde, ao saír do traballo chegou á rúa coa sensación de que medio mundo se lle caíra enriba. Doíalle todo o corpo por dentro e a testa semelláballe estar a piques de escachar. Pesáballe coma o plomo a idea de que en adiante pasaría a ser un número máis naquela estadística aterradora do paro que dicía algo así como que vinte de cada cen persoas en idade de traballar que buscan emprego neste país non atopan en que. Lástima.
Samuel Pipas fundeuse catro días despois, cando a que era muller da súa vida decidíu abandoalo definitivamente. Moitas veces estivera a piques de romperse aquela relación pola que tanto loitara e na que chegara a crer de cheo. E agora, nese intre, sabíase o único culpable de tamaño desastre. Nunca se dera tanta conta do pesado que podía resultar o peso da conciencia. Samuel Pipas tiña a profunda convicción de que o destiño  estáballe a xogar unha mala pasada.


Continuamente dáballe volta ó asunto xogando a non esquecerse daquel número catro de barra de beizos Margaret Astor que tanto lle chegou a gustar nela; da marca de combinación preferida na súa roupa interior; dos versos escritos no cristal cheo de vapor do para-brisas dun coche e roubados a unha musa extravagante; da fotografía insertada nun libro do que se sentía autor; da sensación de frescor amadeirado daquela colonia que buscara por tantas droguerías para regalarlle no nadal do 78.
Samuel Pipas era un fracasado no amor. Como tantos. Pero nunca foi quen de acudir a un programa dominical de televisión para pedir axuda co gallo de recuperar a aquela muller que perdera. Semelláballe tan pouco!. En fin. No fondo sentíase un profundo imbécil, coas sete letras do abededario e coa til incluida. E o máis amargo era que se sabía plenamente consciente diso. Creo que, desde aquela, non se soportaba ni a si mesmo.

Eu sempre vía nel a un de tantos homes do bar, coa media barba de cada semana e a diaria dose de cubata nocturno. Asiduo olleador do xornal sobado polos clientes, Samuel Pipas pasaba as follas coma nun ritual, sin deterse siquera nos chistes de Quesada, que facía tempo deixaran de facerlle gracia.
De cando en vez soltábaselle a lingua co alcol e sempre acababa falando do mesmo: do fodido verán do 79. Nunca souben o que puido sentir verdadeiramente daquela, cando eu era un cativo de oito anos que empezaba a ir á catequese do defunto Don Desiderio, aquel curiña cativeiro e moi entrado en anos que nos enredaba cada tarde para darnos vales de cartón e logo sorteaba para nós, de pascuas en venres, estampiñas e libriños de santos.
Pero eu nunca me parara a observar detidamente a Samuel Pipas desde a barra do bar do meu pai. Nunca me parara ata aquela mañán dun domingo de santos, amañecido nunha espesa néboa, no que siña Flora atopouno colgado dunha corda atada á viga de castaño do alboio, morto. Ó seu pe, na lareira, a medio queimar, estaban as cartas que escribira nos últimos días, a saber para quen, e que nunca enviou.
Veu a garda civil mailo médico, pero ata que chegou o xuíz e levantou parte non o descolgaron. Naquel entretempo mirei a Samuel Pipas dende a porta do alboio cunha aceno de rabia e, entonces, coas bágoas a piques de saltarme dos ollos, por primeira vez dinme de conta de que aquel verán do 79 tivera que ser real e tremendamente fodido.



domingo, 13 de mayo de 2018

conversas.com
Rafael Pascual Viaplana
Director de la Banda Municipal de Bilbao

El director Rafael Pascual Vilaplana (Alicante, 1971) ha dirigido recientamente en Meaño un seminario de formación de dirección en el que participaron una docena de músicos y directores de bandas en Galicia, ávidos de mejorar su técnica y comunicación con la batuta. Lo hicieron bajo los consejos de un Pascual Vilaplana, considerado uno de los grandes directores bandísitico del momento en España que, en las sesiones prácticas durante las que los cursillistas dirigían a la Banda Unión Musical de Meaño sobre el escenario del auditorio de Ribadumia, iba transmitiendo sus consejos, matizando y repitiendo aquello que cada cual debía mejorar. Su análisis de  la dirección, expresividad y empatía cautivó a todos.
  
“EN BANDAS DE MÚSICA GALICIA ES HOY EL LUGAR MÁS PUNTERO DE ESPAÑA”

Rafael Pascual Vilaplana en una imagen de archivo
¿La batuta es de derechas o de izquierdas?... Se lo pregunto por el “ordeno y mando”
(Risas) La verdad, es que nunca había reflexionado sobre ese paralelismo. Es cierto que a cada mano se le atribuye una función, la derecha marca con la batuta y la izquierda debe estar siempre previsora porque, atenta a todo eso que pueda acontecer en el directo. Yo les digo siempre a mis alumnos que la izquierda hay que saber tenerla quieta y moverla solo cuando compete. Ahora bien, también hay directores zurdos, que en su caso llevan la batuta en la izquierda, a los músicos puede costarles al principio, pero tras unos pocos ensayos lo asimilan, es una cuestión de mimetismo.
En las bandas y orquestas se dirige por lo general con la batuta, pero en los coros se suele hacer con las manos. ¿Usted que recomienda?
Esa misma cuestión surgía en una conversación con los alumnos en el curso en Meaño, porque alguno reconocía sentirse incómodo con la batuta. En la historia de la dirección ha habido de todo. La batuta es una herramienta que te permite mayor comunicación con el grupo, sobre todo si éste es grande, hace que el brazo del director sea más largo, pero también es un punto de atención para la vista. Pero si no sabe sabes direccionarla bien la batuta se convierte en un engorro. Mi consejo es intentarlo siempre con la batuta, hacerte a esta herramienta, luego valorarlo.

El director con la BUMM en el auditorio de Ribadumia. Foto: Iñaki Abella
¿Con la batuta el director ordena o construye?
Con la batuta el director construye convenciendo. No me gusta que una orquesta responda a mis órdenes, me gusta que una orquesta comprenda por qué ordeno. El director aúna muchas individualidades de un grupo que son seres humanos, no máquinas, de ahí la importancia de que el músico comprenda la razón de la orden.
A la hora de dirigir: ¿hasta qué punto es lícito para el director variar aspectos de la partitura que fue concebida como tal por el compositor?
El director tiene que ser el abogado defensor del compositor. Pero para ello le toca, no sólo estudiar la partitura, sino también investigar y descubrir todo lo que compete al mundo del compositor. No puedo analizar con los mismos parámetros una obra de Vivaldi que de Shostakóvich, porque su realidad y su mundo son distintos. Por eso el director debe contextualizar la obra, tener un conocimiento mucho más amplio para ver más allá de los símbolos de la partitura, y así poder construirse un criterio eficiente y respetuoso con la obra y el compositor.
¿En la dirección que parte es técnica y que parte es sentimiento?
La dirección, como en cualquier manifestación artística, es una buena combinación de ambas. La palabra “técnica” viene del el vocablo griego “tekhne”, que en los clásicos aunaba técnica y creatividad, fuimos nosotros lo que, con el tiempo, hemos separado ambas conceptos.
¿Qué es más difícil de corregir en un alumno: la técnica o esa parte de sentimiento?
A lo largo de mis cursos he encontrado de todo: desde alumnos obsesionados con la técnica y hasta temerosos de no ser correctos, y también lo contrario, gente con un gran talento, más preocupados en sacarlo todo en vez de canalizarlo, con lo cual les costaba asimilar la técnica. La técnica se puede corregir, pero precisa de mucha práctica. El problema de la dirección es que se estudia de adulto, y un adulto piensa que todo lo que entiende puede hacerlo, en cambio un niño primero lo hace, después lo entiende.

Rafael Pascual Vilaplana
¿Piensa pues que debería replantearse la edad de la enseñanza de la dirección en España?
Lo vengo diciendo desde hace años en mis conferencias: en los conservatorios elementales y medios debería trabajarse con los niños una praxis de lo es la dirección, y que en las clases de solfeo, por las que han pasado tantos miles y miles de niños, se vaya trabajando con ellos de paso una praxis de su gesto y de lo que sería una buena técnica de dirección. De esa forma el niño lo estaría asimilado de forma natural y, si el día de mañana, se decide por la dirección esa técnica la tendría ya adquirida.
¿Cuál es ese consejo que da siempre a alumnos en sus cursos?
Que la dirección es una forma de vida, una carrera de fondo en la que, con la reflexión, se estudia en el día a día para seguir aprendiendo y estando siempre abierto todo. Porque, cuando uno dirige a un colectivo, y surge un problema, debes pensar que el error es tuyo, y aunque sea un problema atribuido a los demás, tú, como director, debes hacerlo tuyo y buscar la forma para corregirlo.
Hablamos de la dirección en España. ¿Para cuándo un español dirigiendo, pongamos por caso, a la Filarmónica de Viena en el concierto de Año Nuevo?
Voy a serle sincero. Ese concierto, que todo el mundo ve, muchas veces representa todo lo que no tiene que ser un director. Porque en ese concierto el director es un objeto de culto, la gente, el comentarista, todos se fijan en él: sí aparece con un disfraz, si baja de la tarima, cómo saluda… y así la música se convierte en lo último. El director es una herramienta de arte, no un objeto de admiración, debe pasar desapercibido, la admiración tiene que ser la música que genera.
¿Cómo definiría el momento de dirección de bandas en Galicia?
Galicia en un modelo muy ejemplarizante dentro del estado español de cómo ha cogido la tradición de la música bandística, para evolucionarla y llevarla a un muy alto nivel. Galicia ha sabido adaptar la tradición al mundo actual, aprovechando para ello todo ese elemento formativo que le llega desde exterior para aportar ideas. Y los gallegos son gente muy abierta para evolucionar esa tradición. La palabra “tradición” a mí me gusta mucho, pero no tiene porqué estar reñida con la evolución. Reconozco que, cuando vengo a Galicia, los alumnos de dirección me exprimen, no sólo por el gran interés con que llegan, sino por esa mente abierta que se pregunta constantemente y que quiere asimilarlo todo, y esa puesta en común, sin complejos, enriquece muchísimo.

El director en la Quinta de San Amaro
¿Qué lugar ocuparía Galicia en el panorama bandístico español?
Para mí Galicia es, en estos momentos, la región más puntera de España.
Supongo que por detrás de Valencia.
(Dudas) No sabría, Valencia es el estereotipo, es cierto que  tenemos una gran tradición, pero como en muchas zonas esa tradición se está convirtiendo en una losa que impide apostar por la renovación, y que las bandas se conviertan en entes culturales del siglo XXI, y eso es algo que sí está haciendo Galicia.
Ha trabajado dos jornadas con sus alumnos y la banda Unión Musical de Meaño. ¿Qué sensación se lleva de esta formación?
Me quedé muy impresionado, primero por la edad, después por la disciplina y la flexibilidad, de cómo los músicos estuvieron siempre todos a cada una de las peticiones y correcciones por parte de cada director. Y me voy impresionado también por la calidad, de cómo respondían a lo que nosotros pedíamos. Meaño en un ejemplo más del gran trabajo que se está realizando con las bandas en Galicia, es realmente sorprendente como un pueblo tan pequeño tiene una banda, no sólo a ese nivel, sino que se comporta a ese nivel, y máxime con gente tan joven. Ver como un viernes por la noche en Meaño los jóvenes se reúnen para una realizar una labor artística y sociológica en torno a esta banda es realmente esperanzador para las nuevas generaciones. Lugares como Salcedo, Silleda y otros están haciendo proyectos similares muy buenos. Ahora sólo cabe que, con proyectos como estos y otros que existen, poner en valor la música de bandas, porque en este país, cogemos una revista especializada y, al momento, comprobamos la poca atención que se presta en sus páginas a gran cantidad de bandas que existen en España y que, semanalmente, está produciendo cantidad ingente de música y arte fantásticos, y no aparecemos.


domingo, 6 de mayo de 2018


Roberto Varela delante de la exposición fotográfica de los 50 años del colegio de Dena
El ex conselleiro de cultura Roberto Varela volvió esta semana a las aulas de su colegio de Coirón en su Dena natal. Lo hizo en el marco de una iniciativa que promueve el centro para conmemorar su 50 aniversario y que incluye una exposición fotográfica a modo de retrospectiva más la elaboración de un documental sobre la historia del colegio. Ayer Roberto Varela aprovechó su presencia en Dena, y aceptó la invitación de colegio para acercarse a este que fue su centro, departir y someterse a las preguntas de los alumnos de 5º y 6º de Primaria en un encuentro que resultó entrañable.       Fotos: Noé Parga 

ROBERTO VARELA REGRESÓ A LAS AULAS DE SU COLEGIO DE DENA

El diplomático y ex conselleiro departiendo con los alumnos
“Cuando entraba en el colegio -reconocía el ex conselleiro a los niños- reconozco que me embargó un ataque de nostalgia y morriña de mis 10 años, cuando cursaba estudios aquí. Se acababa de inaugurar el colegio, y yo, como tantos, veníamos de la escuela Don Francisco en A Chanca. Recuerdo bien el pasillo que daba acceso al despacho de la directora, Doña Lourdes Reboiras, y como cada vez que me llamaba a él siempre se me erizaba la piel, pensando si había hecho algo”. Fueron las primeras palabra de Roberto Varela de un encuentro en que el ex conselleiro y diplomático -hoy Director General de Cultura e Madrid-, hablando en gallego, se mostró cercano, sincero y por momentos hasta emotivo al recordar su paso por aquellas aulas: “me da la sensación -reconocía- que mi corazón aún sigue brincando por este colegio y por su patio que, como todos los patios escolares, son siempre lugares de una felicidad enorme”.
Roberto Varela consersando con los alumnos
“Yo me crié aquí en Dena hablando gallego -les explicaba Varela- y cuando llegué al colegio me costaba leer y escribir en castellano, tanto que mis padres me enviaron un año a Zamora para curtirme en esa lengua. A mí eso de irme fuera para soltarme en otro idioma me marcó mucho”. El ex conselleiro se afanó en trasmitir a los alumnos su pasión por la literatura en edades tempranas “porque los libros que se leen en la infancia se recuerdan durante toda la vida”. “De pequeño -refería- yo leía mucho, pero no libros de mi mi edad, porque eran de mi hermana que tenía 10 años más que yo, de hecho recuerdo que con 10, me leí ‘Cien años de soledad’, no lo entendía mucho, pero me gustaba”. De los primeros libros que le cautivaron recomendó a los chavales la historia de amistad del “Huckleberry Finn” de Mark Twain, junto con otra de sus pasiones infantiles, el “Moby-Dick” de Herman Melville “que me regalaron una vez los Reyes”.

Quería ser actor
El joven público siguió con expectación al ex conselleiro
“De pequeño -confesó -, cuando cursaba estudios en este colegio, lo que yo quería de verdad era ser actor, pero mis padres nunca me dejaron”. Su estancia este centro fue corta, “porque la directora consideró con mi padres que servía para estudiar y me enviaron al colegio de La Salle en Santiago “donde el único deporte en el que destacaba era el baloncesto porque entonces era alto”
Luego vinieron sus años en Filosofía, su estancia en Alemania “porque quería especializarme en Hegel, y para eso había que leerlo en alemán”, y más tarde su apuesta por Ciencias Política y la carrera diplomática que le llevó a estudiar francés un año en París y más tarde inglés.
De sus recuerdos por Dena, rememoró  sus tardes de juegos “con mi primo Javier  tratando de acertar las matrículas de los coches que pasaban por la carretera, y el jugar a la guerra por el monte, pero con piñas de verdad, no con el ordenador ni el móvil”. “La otra pasión de mi infancia -apuntaba- era la de quedar con algún amigo dar paseos por el campo, saltar cerca del río y por los viejos molinos”.
Varela contestando a preguntas de los alumnos
A preguntas de los escolares también habló de su labor de diplomático. “Es una profesión muy vocacional -explicaba-, porque es una vida dura en lo emocional, dado que en esta profesión estás siempre llegando y despidiéndote: llegas, te acostumbras al país, a su cultura, haces amigos y cuando los tienes de verdad, llega un telegrama, las despedidas y otro destino. Así, en mi vida, hasta en ocho ocasiones”. “Cierto -agregó- que luego es una vida que tiene algo de cinematográfico, y también del mundo de los servicios secretos y del espionaje”.
Sobre la  importancia de la labor diplomática aseguró que “siempre es muy gris, y una de las claves muchas veces es no decir lo que realmente uno piensa, sino tener siempre presente la labor de fondo. Así, si ves un partido con el presidente de Uruguay toca que ir con Uruguai, no discutir las jugadas”.

Roberto Varela recordó algunas de sus anécdotas de carrera diplomática
Gorbachov y otras anédotas
Muchos han sido los personajes con les que le tocó mediar en su labor diplomática en países como Kuwait, Alemania, Estados Unidos o Uruguay. De todos aquellos que tuvo la ocasión de tratar reconoció que “me cautivaron Mijail Gorbachov y Bill Clinton, porque era dos estadistas que irradiaban una personalidad muy marcada”. También reconoció su admiración por el presidente uruguayo José Mujica, con el que coincidió en sus años de embajador en Montevideo, “una persona humilde donde la hay y verdaderamente entrañable”, y del que relató alguna de sus anécdotas: “a mí me tocó organizar la visita cuando los Reyes de España viajaron a Uruguay, y recuerdo, como si fuera hoy, cuando el presidente Mujica los recibió en su humilde casa, que era una choza en la que vivía, sentó al rey Juan Carlos en un taburete y le dijo: ‘usted ha nacido rico, porque ya ha nacido rey, en cambio, como ve, yo nací pobre y pobre soy”.

Roberto Varela ante los alumnos del CEUP de Coirón
Otras anécdotas aderezaron el encuentro. Entre ellas una de su etapa de cónsul en Nueva York: “me llamaron para asistir a un español que había sido apresado en el aeropuerto transportando droga -refirió- Cuando me personé en la cárcel me pidió que informara a su esposa que estaba preso en Nueva York”. “Cuando llamas al alguien -explicaba- para comunicar algo así, uno se asegura siempre: pregunté su nombre y apellidos, le dije el nombre y los de su marido para que me los confirmara, incluso le detallé su DNI… Y cuando le digo que su marido estaba preso en Nueva York por tráfico de drogas ella contestó: ‘imposible, mi marido está en la vendimia’. Cuando insistí ella me contestó: ‘señor, usted se confunde, mi marido se fue a la vendimia’, a lo que le repuse ‘iría a vendimiar, pero no eran uvas”
Preguntado por si un día podría volver a la política, pongamos que para ser alcalde en su Meaño natal, reconocía que “para nada, a la política no vuelvo ni en sueños, a mí lo que verdad me satisface es el cuerpo diplomático”.